viernes, 30 de septiembre de 2011

A FIN DE CUENTAS
                                                        
Haber llegado a la edad del zorro
lleno de mañas y desconfianzas,
creyendo aun  en la sorpresa;
paso a creer – como muchos creen –
que las malas se incuban en silencio
y las buenas aparecen solas.
Aun así, bien acurrucado
en este  estilo de vida que he tejido,
durante casi un siglo,
sigo pensando,  como viejo estúpido,
que un viento fuerte, un pampero seco,
puede volverme nube;
¡Y patapúfate, me borré del suelo!

Wilson Armas Castro

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