Tres poemas de
Neil Leadbeater
Tú no puedes ver el mar desde aquí, pero está por allá, en alguna parte.
en el aire matinal; huélelo en la salmuera que de la marisma viene.
Está el final del sendero, o incluso del mundo, después
de los últimos bancos de arena surcados por la marea.
Aquí es fácil para los pensamientos soltar el ancla.
Nada conserva sus raíces; la inundación corre como quiere
y el viento, dada la oportunidad, aprovechará la pausa
para cruzar el umbral. Hay ciertas noches
en que una helada corriente surge de las olas y un mar de neblina
puede desplomarse como un cortinado.
Por eso elegimos sentarnos en lugar seguro y reírnos detrás
de los ladrillos del establo, observando el espionaje
de las gaviotas que buscan ratones de campo,
la cabeza negra de una cabra asustada,
y el techo del ómnibus de Southport
que adelanta metro a metro por la carretera:
la única certeza que puedes tener, es mirar el reloj.
(1) En el original: Ordnance Survey (OS), la agencia gubernamental británica encargada de trazar los mapas oficiales del reino.
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Un paseo entre las colinas
En Carey Burn: un tambor cilíndrico que se ejecuta en el vacío, oxidado en el suelo.
Cualquiera fueran, las ovejas habían sido conducidas hasta allí
y hacía tiempo que habían dejado el redil.
Un poco de vellón, atrapado en un gancho, era todo lo que quedaba
en los corrales. Lo que te hizo pensar en los peones
que habían trabajado todo el día para hacer deslizar a su rebaño
y luego, porque eso no fue suficiente,
los golpes rutinarios, regulares,
de Pulpy Kidney, Blackleg, Braxy, (1)
todas las infecciones por Clostridium habitual,
que las ovejas son muy propensas a ...
Tal vez fue entonces cuando -por primera vez- realmente te amé,
porque pude sentir la profundidad de tu dolor por todos los seres vivos.
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La transmisión
de la noche
Debe haber sido cerca de la medianoche cuando encontramos
el camión quemado.
Una antorcha encendida hasta
el avance posterior de las moscas de la noche,
todas las variedades de polillas sorprendidas allí,
en un círculo alrededor de la carcasa.
Debajo del tablero de instrumentos estaba la radio. Un evidente,
autoritario sonido como de campanas,
entonando las santas trinidades...
En el límite del bosque
la transmisión terminó en poder de las espigas de trigo.
Su texto, casi propio de las Escrituras.
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