7
  
  
Sobre esta hoja desierta como un cementerio a medianoche
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
                                
  
  
  
  
 
  
  
  
  
  
  El hombre que cierra el ojo izquierdo
   y apoya
                                  
  
Sobre esta hoja desierta como un cementerio a medianoche
  de qué luna escribir en cuál de todos
  los techos del desvelo.
  Cómo saber si fue verdad el aire,
  si el jazmín nada más que un simulacro,
  si la palabra fuego ardió cuando hizo falta.
  Dónde anotar los pájaros del horizonte roto,
  la voz de una mujer
                               fugada
                                          del espejo.
  Tengo miedo de leer despedidas detrás de cada lluvia,
  de creer una tregua entre banderas,
  mientras la soledad –gusano endemoniado-
  nos perfora los ojos.
  O acaso es necesario pertrecharse contra
  el roído muro de la infancia,
  contra el primer silencio, 
  esa frontera incierta con papeles de prófugo.
  Si es así, aquí me tienen, desarmado,
  pidiéndole al primero que camine esta calle
  que me responda
  qué hago en el borde la nostalgia en blanco.
  8
  Hay quien va en autobus a las seis
  de un otoño.
  Un libro suspendido en otro aire,
  los ojos húmedos,
  caídos
  sobre esa línea que habla del amor vulnerable.
  Sin misericordia.
  Hay quien viaja sin misericordia
  por su propia ciudad.
  Lo persiguen sus lluvias,
  sus preguntas
  mordiéndole la espalda.
  Tropieza y cae,
  se levanta y cae,
  reanuda cartas nunca comenzadas.
  Olvidos.
  Suelta olvidos
  que intentan borrar parques, casas de la niñez
  atestadas de ángeles.
  A las seis de un otoño.
  9
   Por caminos de polvo pasa el verano,
  su  carruaje de siesta,
  las maletas
  de la mujer que vuelve
  o que no se fue nunca.
  Tiemblan pájaros al borde de la tarde.
  Ellos saben lo que es quedar sin alas,
sin canción,
  sin casa,
  como ahora va la eterna peregrina, obstinada
  en saber detrás de qué palabra
  empieza el cielo.
  10
El hombre que cierra el ojo izquierdo
 y apoya
el  derecho
contra su pasado
es incapaz de confirmar si es suyo
ese rostro infantil
al fondo de la foto.
Intuye fechas y circunstancias:
por el abrigo, invierno,
ese telón al fondo, el cine de su pueblo.
Si acepta lo que cuentan los mayores
le pertenecería
cada porción de aquella escena en sepia.
Pero él sabe que la duda
es la única certeza disponible,
y aparta la pupila.
Despavorido.
Urgente.
Sin regreso.
 

 
 
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